¿Se puede personalizar el futuro?

No podemos predecir el futuro, pero podemos inventarlo

El «futuro de la personalización» vs la «personalización del futuro«

Cuando uno busca en Google las palabras “personalización” y “futuro” aparecen 122.000.000 resultados de búsqueda, la mayoría de los cuales están relacionados con “el futuro de la personalización”. Está claro que los avances tecnológicos permiten un desarrollo de productos, servicios y contenidos cada vez más adaptados a cada persona individual, pero ¿y si en vez de hablar de “el futuro de la personalización”, hablamos de la “personalización del futuro”?

Para eso no hay ni un solo resultado de búsqueda: ni en español, ni en inglés, ni en alemán, ni en francés (me temo que no entiendo más idiomas por lo que no he podido comprobarlo en otras lenguas).

Parece que nadie habla de la posibilidad de personalizar nuestro propio futuro. Quizá se trata de un pensamiento tan disruptivo que todavía no se le haya ocurrido a nadie, pero me cuesta creerlo. Seguramente alguien, en algún lugar del mundo, lo ha pensado alguna vez. Pero seguramente, inmediatamente después lo haya desdeñado con un “bah, imposible”.

Lo que está claro es que nunca podremos hacer realidad aquello que nunca hemos imaginado.

Nunca podremos hacer realidad aquello que nunca hemos imaginado.

Así que vamos a imaginarlo. ¿Cómo sería la personalización del futuro?

Veamos. Podría existir la empresa “personalizatufuturo.com” que ofreciese experiencias de futuro a la carta en función de nuestros sueños, metas e ideales. Se desplegaría un listado de opciones, de las cuales podríamos ir escogiendo aquellas que mejor nos encajasen:

  • Amor: libre y sin compromisos, pero que nunca falte.
  • Trabajo: uno que dé un equilibrio perfecto para poder entretenerme con nuevos retos, pero dejando espacio también para el tiempo personal.
  • Relaciones sociales: me gustaría un futuro en el que volviese a ver frecuentemente a mis compañeros del colegio, que hace años que no sé de ellos y nos lo pasábamos muy bien juntos.
  • Éxito: estaría genial tener reconocimiento pero sin fama, prefiero mantener mi intimidad.
  • Poder adquisitivo: mucho, por favor.

O, quizá, sería un proceso más artesanal, donde nos reuniríamos con los Expertos Creadores de Futuros a la Carta que, después de un exhaustivo proceso de entrevistas y cuestionarios, nos diseñarían una experiencia de futuro a la medida de nuestros anhelos más íntimos.

Suena a ciencia ficción (de hecho, lo es). Y, como es obvio, me he permitido frivolizar un poco con las opciones que cada uno podríamos anhelar.

Pero… ¿y si la posibilidad de personalizar nuestro futuro fuese una realidad que ya podemos experimentar hoy?

Ser sujetos pasivos o activos de nuestro propio futuro

Lo cierto es que ya es posible, aunque con un ligero cambio de enfoque respecto a las dos opciones “de ciencia ficción” que hemos imaginado antes. En ellas, podríamos disfrutar de nuestro flamante “futuro personalizado” sin hacer nada (o más bien, haciendo sólo dos cosas: elegir sus variables y pagar a las empresas que lo crearían para nosotros). Cero involucración. Cero esfuerzo. Seríamos sujetos pasivos de nuestro propio futuro.

Esto es algo que posiblemente suene atractivo para algunos (¿El futuro que deseo, sin esfuerzo? ¿Dónde hay que firmar?). Pero la antropología, la psicología y la experiencia nos enseñan que aquello que se consigue sin esfuerzo y de forma inmediata, se valora y disfruta menos. Quizá ser sujetos pasivos de nuestro futuro ideal haría que lo valorásemos y disfrutásemos menos. Quizá si no tuviéramos que esforzarnos por conseguirlo, nos daríamos cuenta de que no era tan maravilloso como pintaba en nuestros sueños.

La realidad es que podemos definir nuestro propio futuro, teniendo un rol más activo en el mismo. Es decir, siendo conscientes de que si soñamos, definimos y elegimos nuestras metas a largo plazo, y tomamos acción hoy mismo, hay muchas más probabilidades de poder disfrutarlas en un futuro.

¿Qué significa tomar acción hoy mismo? Incluye dos cosas:

  • Identificar qué cambios tendrían que ocurrir para que esa meta, ese sueño, terminase haciéndose realidad.
  • Y de entre esos cambios, identificar aquellos que de alguna manera dependen de nosotros mismos (vs. otros cambios que no están bajo nuestro control).

Volvamos al ejemplo anterior de esas variables de futuro imaginadas, a escoger entre una carta de opciones. Pongamos la variable de “Relaciones sociales”. Si queremos retomar el contacto con los compañeros del colegio, podríamos plantearnos qué pasó para que esa relación se perdiese y qué cambios podemos hacer nosotros mismos para volver a construir ese vínculo.

A nivel empresarial: si como líder de una compañía he identificado que nuestra oportunidad de negocio a 10 años está en pasar de vender productos, a ser una plataforma digital donde congregar a una comunidad de clientes/personas cuyos intereses coincidan con nuestra oferta de valor… ¿qué cambios puedo impulsar en mi empresa, para llevarla hasta allí? (pensemos en desarrollo tecnológico, capacidades de los empleados, nuevos productos y servicios…).

Para crear nuestro propio futuro, se trata en primer lugar de asumir un rol activo en el mismo: no dejar que otros lo creen por nosotros, sino “arremangarnos” y ponernos manos a la obra desde hoy mismo. Sobretodo, porque si dejamos que otros creen el futuro por nosotros, difícilmente lo van a hacer sin priorizar primero sus propios intereses.

Si dejamos que otros creen el futuro por nosotros, difícilmente lo van a hacer sin priorizar primero sus propios intereses.

Todo empieza por creer en nuestra propia capacidad para impactar sobre el futuro, e ir emprendiendo, cambio a cambio, el camino hacia ese futuro deseado.

Pero, lógicamente, no todo depende de nosotros. Algunos cambios están directamente influenciados por nuestras acciones, pero otros no.

Tipología de cambios: no todos los cambios son iguales

El cambio sucede, lo queramos o no. Cualquier escenario futuro implicará cambios respecto a nuestra situación hoy. Pero no todos los cambios tienen la misma naturaleza.

Aunque hay muchos tipos de cambios, para el tema que nos ocupa podemos clasificarlos en función de 2 variables:

  1. Intencionalidad del cambio
    • Cambios emergentes: Son aquellos cambios que “suceden” (emergen) sin más, sin perseguir un objetivo específico. Son involuntarios y con un alto peso del azar.
    • Cambios planificados: Son aquellos cambios que han sido impulsados y fomentados por alguien (colectivo o individual) que buscaba un resultado concreto. Alguien que había imaginado previamente una situación futura (diferente de la actual), y que había tomado acción para conseguir llegar a esa visión.
  2. Origen del cambio:
    • Cambios extrínsecos: Cambios que son impulsados por factores externos, sobre los que habitualmente tenemos poco o ningún control.
    • Cambios intrínsecos: Cambios que nacen “desde dentro” de nosotros mismos, sea de forma intencionada o no.
Fuente: elaboración propia

En función de esto, encontramos situaciones en las que el cambio es intencionado y otras en las que el cambio es accidental, así como situaciones en las que nosotros estamos empujando el cambio mientras que en otras, el cambio nos empuja.

Fuente: elaboración propia.
Fuente: elaboración propia

Así, podemos resumir 4 tipos de situaciones de cambio, en función de estas variables:

  • Sucesos accidentales: Situaciones en las que el cambio es extrínseco (provocado por factores externos) y emergente (no persigue una visión). Por ejemplo, una catástrofe natural.
  • Acciones espontáneas: Situaciones en las que el cambio es intrínseco y emergente, es decir, aquellas que dependen de nuestra actuación pero que no buscan alcanzar una visión de futuro determinada. Por ejemplo, tomarse un año de excedencia sin saber todavía hacia dónde nos va a llevar.
  • Cambio liderado por otros: Cuando el cambio es extrínseco y planificado, estamos en una situación donde el cambio lo controlan otros (individuos o colectivos). Por ejemplo, una nueva compañía que lanza un nuevo servicio y rompe las reglas del juego de una categoría (pensemos en el iphone o en los inicios de la movilidad compartida con el lanzamiento de car2go por parte del grupo Daimler-Mercedes).
  • Cambio liderado por nosotros: Situaciones en las que el cambio es intrínseco y planificado. Son aquellas en las que, con nuestras acciones, estamos impulsando un futuro deseado. Por ejemplo, una empresa maderera que se compromete a utilizar solamente madera proveniente de explotaciones sostenibles y a contribuir a la reforestación de bosques.
Tipología de cambios (Elaboración propia)

Cambiar la manera en que cambiamos

Los cambios que ocurren no siempre están bajo nuestro control: no siempre dependen de lo que hagamos ni podemos orientarlos hacia donde queremos.

De los 4 tipos de cambio mencionados, podríamos establecer un ranking en función del control que tenemos sobre ellos:

  • Sucesos accidentales: control casi nulo.
  • Otros lideran el cambio: poco control
  • Acciones espontáneas: algo de control
  • Nosotros lideramos el cambio: mucho control.

La idea es intentar que nuestras acciones estén marcadas más veces por los parámetros sobre los que sí tenemos control, que no por aquellas sobre las que no tenemos ningún control.

Fuente: elaboración propia

¿Cómo podemos personalizar el futuro? Creyendo en nuestro propio potencial para influir en él, e intentando adelantar y crear los cambios que son voluntarios e intencionados. Es decir: aquellos cambios que son planificados e intrínsecos (es decir, dependientes de nuestras acciones y hacia una dirección fijada por nosotros).

Muchas veces cambiamos sin quererlo, con el doble sentido de la expresión “sin querer”:

  • Contrariamente a nuestra voluntad: Nos vemos obligados a cambiar en la dirección que nos marcan los demás o los acontecimientos externos.
  • Sin pretenderlo: Cambiamos sin darnos cuenta, sin ser conscientes de ello.

Si aspiramos a cambiar queriendo, el primer paso es identificar nuestra visión de futuro deseado (cambios planificados). Y el siguiente es diseñar un plan de acción que nos lleve hasta él (cambios que dependan de nuestras acciones – no de las de los demás).

Cuando los cambios son intencionados e intrínsecos, es cuando hay decisión y voluntad propias. Es ahí cuando logramos transformar el futuro, fomentarlo, impulsarlo, aumentando las probabilidades de alcanzar nuestro futuro deseado: propio e intransferible.

Cuando la decisión y la voluntad se unen, es cuando ocurre la transformación y podemos decir que estamos personalizando nuestro futuro.

Fomentar los cambios que contribuyen a la personalización del futuro. (Elaboración propia)

Esto no significa que no vayan a ocurrir otros cambios sobre los que tendremos poco o ningún control. Sí que ocurrirán, y hay estrategias diseñadas especialmente para ello: la resiliencia y la adaptación. Incluso, cuando el cambio depende de nosotros aunque no tengamos una visión o futuro deseado identificado, el hecho de actuar nos pone en movimiento (aunque lógicamente, el movimiento sin destino carece de sentido).

Es identificando esa visión de destino, ese futuro deseado, y diseñando el plan de acción que nos lleve hasta él, cuando podemos hablar de estar personalizando nuestro futuro.

Cuando identificamos nuestro futuro deseado y diseñamos un plan de acción que nos lleve hasta él, estamos personalizando nuestro futuro.

Aplicándolo al mundo empresarial

Allá por 1997, Harvard Business Review publicó un artículo titulado “Cambiar la manera en que cambiamos”, en la que los autores argumentaban que el empuje del cambio (organizacional, en este caso) recaía demasiado en muy pocas personas. Muy pocas personas cargaban sobre sus hombros el peso de apostar por una visión determinada de futuro, tomando las decisiones necesarias para llegar hasta ella, y tirando de los demás para conseguirlo. El resultado, la mayoría de las veces, era mínimo o nulo. ¿Por qué?

Porque, para conseguir que una compañía entera se mueva hacia un futuro deseado, para conseguir que el cambio ocurra en la dirección y forma que hemos identificado como la mejor, es importante pensar en el impacto de ese cambio no sólo en la compañía, sino en las personas que la forman.

Cada persona involucrada en mover a la compañía hacia un futuro deseado, en impulsar los cambios oportunos para llegar allí, tiene que creer en 3 cosas:

  • En que ese cambio es efectivamente bueno para todos (apropiarse y estar de acuerdo con la visión)
  • En su propia capacidad de influencia para hacer posible ese cambio (sentirse capaz de contribuir a alcanzar la visión)
  • En que conseguir ese cambio es parte de su deber (sentirse responsable de alcanzar la visión)

Strategic Foresight, como disciplina, ayuda no sólo a identificar el futuro deseado y a diseñar el plan de acción que empuje a la compañía hasta él, sino también a conseguir esos 3 requisitos clave a la hora de conseguir que todos, la compañía entera, se involucren en ese camino y lo sientan como propio, con la misma ilusión y dedicación que sus líderes.

¿Cómo lo consigue?

  • Con un proceso colaborativo en el que las diferentes alternativas de futuro se van construyendo con la participación y aportación de todos.
  • Aportando análisis y conocimiento riguroso, que dota de sentido a lo que previamente podía parecer complejo y confuso.
  • Al dotar de sentido, facilita la toma de decisiones y alinea puntos de vista diferentes o contrapuestos.
  • Integrando procesos que permiten monitorizar el desarrollo de los acontecimientos, de manera que si ocurriesen cambios sobre los que no tenemos control, y que requieren un cambio de estrategia, la organización pueda anticiparse o reaccionar de forma ágil, contribuyendo de nuevo a dotar de sentido a lo que cada persona hace en su día a día.

Strategic Foresight, como disciplina, ayuda no sólo a identificar el futuro deseado y a diseñar el plan de acción que empuje a la compañía hasta él, sino también a conseguir esos 3 requisitos clave a la hora de conseguir que todos se involucren en ese camino y lo sientan como propio.

No hace falta esperar a un futuro en el que la tecnología podrá darnos un futuro personalizado a la carta. Desde hoy, desde ya mismo, podemos empezar a personalizar nuestro propio futuro, identificando un futuro deseado y dirigiendo nuestras acciones a impulsarlo. Cuantos más cambios de los que vivimos sean intencionados y dependan de nosotros, más y mejor estaremos personalizando nuestro futuro.

Y tú, ¿personalizas tu futuro?

Fuentes:

  1. de Biasi, K.: The Interdependent Relation between Continuity and Change. In Solving the Change Paradox by Means of Trust, pp. 45-75. Springer Gabler, Wiesbaden. 2019.
  2. Burke, W. W., Litwin, G. H.: A Causal Model of Organizational Performance and Change. Journal of Management, 18(3). 1992
  3. Pascale, R.T., Millemann, M, Gioja, L. “Changing the way we change”. Harvard Business Review, noviembre 1997.
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