Nos aproximamos al final del 2020, un año que pasará a la historia por motivos tristes. Esa sensación de “estar viviendo un acontecimiento histórico” marca nuestra entrada en el 2021, con la incertidumbre como principal protagonista ante lo que vendrá y el peso de lo que ha sucedido ensombreciendo la tenue esperanza que parece traer la vacuna.
¿Qué nos espera en este 2021? ¿Superaremos la pandemia? ¿Tendremos una evolución económica en V, en W, o en L? ¿Recuperaremos nuestra vida “normal” en este nuevo año, o todavía hará falta esperar al siguiente?
Muchos líderes y sus compañías han dedicado en estos últimos meses ingentes esfuerzos a tratar de encontrar las respuestas a estas preguntas: una vez que nuestros planes y previsiones volaron por los aires, han tenido que maniobrar y se han dado cuenta de la importancia de tener planes estratégicos que contemplasen distintos escenarios y alternativas de futuro: muchos han descubierto Strategic Foresight precisamente en estos meses de altísima incertidumbre.
Sin embargo, la pandemia no ha producido “de repente” la necesidad de desarrollar y/o implementar Strategic Foresight en las organizaciones. La realidad es que siempre ha sido una necesidad, que pocas compañías estaban capitalizando mientras se desarrollaban otras disrupciones que cambiaban nuestros negocios, sociedades y culturas, como la inteligencia artificial, la automatización, la robótica, el Internet de las Cosas o el BigData1.
Si siempre ha sido una necesidad: ¿qué pasaba antes de 2020 que no la veíamos? Posiblemente, la pandemia simplemente ha acelerado este cambio de mentalidad (la mentalidad abierta al futuro). Quizá, lo que decidió a algunos a dar el paso de empezar a anticipar el futuro de una forma más sistematizada fue el miedo o la “obligación” ante las amenazas existentes. Sin embargo, de ahí a la convicción sólo era cuestión de empezar a ver resultados.
Sherpas del futuro
Podríamos decir que anticipar el futuro es como escalar una montaña.
Nuestra “cima”, nuestro objetivo, es poder diseñar un plan estratégico que fortalezca la capacidad reactiva, preactiva y proactiva de nuestra organización. Que nos permita, en definitiva, estar mejor preparados para reaccionar ante eventos imprevistos y convertir a nuestra propia organización en agente de cambio.

Los profesionales de Strategic Foresight (también llamados “futuristas” o “futurólogos” en el mundo anglosajón, aunque a mí personalmente no me encanten los términos) podemos ser un apoyo importante en el camino a esta cima concreta. No podemos realizar el ascenso “por” la organización, pero sí podemos realizarlo “con” ella. La organización “escala”, y se puede decir que los profesionales de Foresight hacemos el papel de sherpas: dado que tenemos ciertos conocimientos y entrenamiento en esto de anticipar el futuro, nuestro rol es el de guiar y acompañar a los líderes de las empresas a la cima de la montaña.
Sin embargo, la capacidad de anticipar el futuro no es algo exclusivo de los profesionales que se dedican a esto. Todos, con la formación y la práctica necesaria, tenemos ese potencial. Simplemente, no todos han dedicado su tiempo a desarrollarlo.
El caso es que cada vez más, vamos a tener que pasar de un discurso del tipo “nosotros (futuristas) pensamos en el futuro, para que tú (organización) puedas centrarte en tu negocio”, a un “no es posible centrarse en el negocio sin incorporar el pensamiento de futuros”.
El futuro ya no va a ser algo que se pueda delegar.
Todos y cada uno de nosotros vamos a necesitar tenerlo incorporado en el núcleo de nuestros procesos mentales, empresariales y culturales, si queremos sobrevivir a la nueva era de incertidumbre en la que ya estamos plenamente establecidos.
La mentalidad abierta al futuro, la sensibilidad de detectar patrones de cambio, la habilidad para proyectar diferentes consecuencias de eventos concretos…en definitiva, la capacidad de anticipación, va a ser una competencia clave en 2021 y los años venideros.
La capacidad de anticipación va a ser la competencia clave en los próximos años.
El superpoder de la prospección
Uno de los superpoderes del ser humano es la capacidad de viajar mentalmente en el tiempo, anticipar el largo plazo e imaginar escenarios alternativos de futuro.
Ya desde el comienzo de la humanidad, la curiosidad innata de preguntarse “¿Y si…?” fue la que espoleó las diferentes innovaciones que permitieron los grandes saltos cualitativos de nuestra especie. ¿Y si…planto esta semilla en el suelo? ¿Y si…machaco el grano, lo mezclo con agua y lo caliento al fuego? ¿Y si…cambio el curso del río para regar mi plantación? ¿Y si…usamos símbolos para contar? ¿Y si, y si, y si…?
Nuestro cerebro está naturalmente “cableado” para imaginar y predecir el futuro, y lo hace con una complejidad y utilidad que supera con creces a todas las demás especies. El neurocientífico Daniel Schacter lo denomina el “cerebro prospectivo”2. Y lo cierto es que, aunque hemos llamado a nuestra especie “homo sapiens”, lo que el ser humano hace realmente bien es imaginar el futuro y actuar en consecuencia. No es ninguna tontería decir que nuestra especie es, en realidad, “Homo prospectus”3.

La neurociencia moderna y la biología evolutiva nos dicen que los seres humanos pensamos sobre el futuro porque la selección natural nos ha ido adaptando para hacer exactamente eso. Constantemente anticipamos, imaginamos y preferimos determinados futuros, tratando de minimizar los errores de predicción (lo que en lenguaje coloquial llamamos “sorpresas”).
La sociedad compleja y acelerada en la que vivimos hoy fue creada por una larga cadena de antepasados “prospectivos”, insatisfechos con el status quo de su época y motivados a imaginar y concebir mejores maneras de vivir. Como las llevaron a la realidad, sus proyecciones se cumplieron…así que en cierto modo las “predijeron”, por el hecho de haberlas elegido. Desde el comienzo de la humanidad, hace 10.000 años, 400 generaciones de seres humanos han creado nuestra increíble y disruptiva sociedad moderna. Cada generación ha contribuido a crear lo que hoy entendemos como progreso humano5.
Sin embargo, en nuestra sociedad actual, vivimos ya rodeados de una razonable comodidad y confort, que han hecho que muchos – la mayoría- no sintiesen la necesidad de imaginar mejores maneras de vivir: no sentían que fuese necesario cambiar lo establecido. La mayoría de seres humanos que hoy viven en sociedades modernas, no ha desarrollado la habilidad y la capacidad de utilizar este don, único del ser humano, y llevarlo a su máximo potencial. La pandemia ha cambiado esto.
Por primera vez en mucho tiempo, preguntarse por las diferentes alternativas de futuro aparece como una necesidad para avanzar, para evolucionar… y se contempla como algo que puede, de nuevo, marcar la diferencia.
¿Es la Inteligencia de Futuros la próxima Inteligencia Emocional?
Como apunta Jacob Morgan en su reciente libro, para el líder del futuro será necesario pensar como un futurista: y esto significa pasar de pensar en las próximas 15 semanas, a pensar en los próximos 15 años.
Para el líder del futuro, será necesario pensar como un futurista
Jacob Morgan
Hace años que el concepto de inteligencia ha ido evolucionando, desde su concepción puramente cognitiva a principios del s.XX a su concepción multifacética de hoy, que reconoce diferentes tipos de inteligencia y da gran protagonismo a la inteligencia emocional.
Aunque estos dos tipos de inteligencia seguirán siendo útiles y necesarios durante décadas, su definición deja fuera esa otra capacidad única de nuestra especie: la capacidad de anticipar, imaginar, elegir y construir no sólo el futuro inmediato, sino un abanico de diferentes futuros posibles a medio y largo plazo.

La Inteligencia de Futuros es la capacidad de anticipar, imaginar, elegir y construir no sólo el futuro inmediato, sino un abanico de diferentes futuros posibles a medio y largo plazo.
La Inteligencia de Futuros será crítica para entender y gestionar el fenómeno más poderoso y transformador de nuestra sociedad: el proceso del crecimiento exponencial (la aceleración del cambio) y la adaptación colectiva que necesitaremos para sobrevivir, progresar y prosperar en él. Para que la sociedad moderna florezca en este nuevo entorno tan retador, pero tan lleno de oportunidades por descubrir, necesitaremos trabajar todos la Inteligencia de Futuros.
Inteligencia de Futuros aplicada a una organización
Cuando se aplica a una organización, la Inteligencia de futuros se entiende como la capacidad de anticipar el cambio, retener la relevancia en el mercado e imaginar los escenarios posibles y plausibles que podrían desarrollarse en su futuro a medio o largo plazo.
Es la ciencia de buscar patrones y fuerzas de cambio, provocando una proyección inteligente, identificando las preguntas adecuadas y explorando consecuencias secundarias1.
Los líderes de las compañías, desde hoy mismo y durante las próximas décadas, van a necesitar no sólo combinar sus habilidades y conocimientos para marcar la dirección de la compañía, gestionarla y ejecutar los planes previstos, sino que van a necesitar hacerlo apalancándose en las 3 inteligencias clave: inteligencia cognitiva, inteligencia emocional e inteligencia de futuros.
Esta conjunción de capacidades forman lo que podemos llamar la «Estrella del Líder del Futuro»

Fuente: Adaptado de Mongan, T.6
Introducir y desarrollar la Inteligencia de Futuros no sólo a nivel personal, sino a nivel organizacional, otorgará una clara ventaja competitiva frente a otras organizaciones (como ya demostraron Rohrbeck y Kum en este estudio, las empresas con mejor preparación ante el futuro superaron en rendimiento a la media, con un 33% más de rentabilidad y un 200% más de crecimiento).
Nunca en la historia de la humanidad el mundo había vivido una velocidad de cambio como la de ahora. La tecnología avanza cada minuto que pasa, produciendo más data de la que las organizaciones pueden manejar. Los seres humanos también tienen que adaptar y adoptar nuevos comportamientos y habilidades. Trabajando en desarrollar la Inteligencia de Futuros, innata en los seres humanos pero desconocida por muchos, las organizaciones pueden estar más y mejor preparadas para el cambio.
La Inteligencia de Futuros aplicada a las organizaciones permite establecer de forma sistemática una visión de futuro con una sólida base de conocimiento, que pueda servir de la innovación, la planificación y la estrategia.
Strategic Foresight e Inteligencia de Futuros
Podríamos decir que la Inteligencia de Futuros es a la disciplina de Strategic Foresight como la sangre del sistema circulatorio: es lo que le da vida, lo que permite sacar el máximo provecho a esta disciplina y dotar de sentido a todo el análisis. Y a su vez, la disciplina es la que permite desarrollar, fortalecer y poner en práctica la Inteligencia de Futuros.
Ambas, entendidas como algo conjunto que no tiene sentido por separado, son esenciales para el crecimiento, rentabilidad y longevidad de una organización en este mundo siempre cambiante. Prepararse para el futuro ahora, cuando más incierto es, coloca a esas organizaciones y a sus líderes en posición no sólo de ser parte del futuro, sino también de darle forma1.
Se atribuye a Niels Bohr (premio Nobel de Física y padre del modelo atómico) la afirmación de que “es difícil hacer predicciones, especialmente acerca del futuro”.
Efectivamente, la entrada en un nuevo año, después del año histórico que acabamos de vivir, hace tentador realizar ciertas predicciones. Pero, como Niehls Bohr, en este blog siempre se ha defendido la importancia de ir más allá de la bola de cristal y no tratar de hacer una predicción lineal sobre lo que VA a suceder. En cambio, sí creemos firmemente en el valor de proyectar (a partir de señales y patrones visibles en el presente) un rango de posibilidades sobre lo que PUEDE suceder.
No sabemos lo que va a ocurrir en 2021. Nadie lo sabe (y quien diga lo contrario, miente). En cambio, sí podemos anticipar determinados escenarios que se pueden dar si los acontecimientos se desarrollan en una u otra dirección. Y no sólo podemos hacerlo los expertos en Strategic Foresight. La capacidad de “leer” las señales de cambio, interpretarlas, relacionarlas entre sí, y proyectar alternativas de futuro es algo que todos, por ser “homo prospectus”, podemos hacer. Se llama Inteligencia de Futuros, y hemos nacido con ella.
Sólo tenemos que trabajarla para poder protegernos de los riesgos que nos encontraremos en el 2021, y aprovechar las oportunidades que traerá.
La Inteligencia de Futuros es la capacidad clave del s.XXI.
Y será la capacidad clave para dar forma al futuro que queremos.
Fuentes
- Hackl, C. The Business Case For Futures Intelligence, Forbes. Nov 8, 2020.
- Schacter, D., Addis, D. & Buckner, R. Remembering the past to imagine the future: the prospective brain. Nat Rev Neuroscience 8, 657–661 (2007). Disponible online en: https://doi.org/10.1038/nrn2213
- Martin E. P. Seligman, Peter Railton, Roy F. Baumeister, Chandra Sripada. Homo Prospectus, 2016.
- Daniel L. Schacter, Donna Rose Addis, Demis Hassabis, Victoria C. Martin, R. Nathan Spreng, Karl K. Szpunar. The Future of Memory: Remembering, Imagining, and the Brain. Neuron (Neuroscience Journal) Volume 76, Issue 4 (2012). Pages 677-694. Disponible online en: https://doi.org/10.1016/j.neuron.2012.11.001
- Smart, J. Introduction to Foresight, Book 1 of The Foresight Guide. Anticipating, innovating and leading in the 21st century. 2020 edition.
- Tyler Mongan. Fundador y Presidente de Ha:Ku Global.